Volvía a ser el invierno de 1992 y recorrían las calles heladas hasta llegar a su refugio de siempre donde podían ser ellas mismas, besarse, hablaban del futuro, que sabían incierto pero lo imaginaban viviéndolo juntas. Veía sus ojos penetrantes clavados en los suyos, las manos entrelazadas, los cuerpos protegidos uno pegado al otro. De haberlo sabido no hubieran soñado con el futuro, se hubieran concentrado con todas sus fuerzas en parar el tiempo en ese instante y hacerlo eterno. No deberían haber malgastado aquellos momentos en hablar de un futuro traidor que no tardó en separarlas...
Y este sueño, es totalmente autobiográfico, Marina, sería YO, con mi primera novia y me evoca el inicio del poema de Jaime Gil de Biedma -mi poeta favorito-:
A qué vienes ahora,
juventud,
encanto descarado de la vida?
¿Qué te trae a la playa?
Estábamos tranquilos los mayores
y tú vienes a herirnos, reviviendo
los más temibles sueños imposibles,
tú vienes para hurgarnos las imaginaciones.
(......)