También ocurre que estoy en la terraza del piso de mi abuela y cual ave voladora desde allí salto al vacío sin caer, sólo elevándome cada vez más, surcando el pueblo, contemplando desde la mejor de las vistas las casas, las personas, los coches, las calles y me siento bien, tan bien que la velocidad de mi poder no me sorprende, ni manifiesto ni un mínimo temor. Es parte de mi, una cualidad más, algo innato que solo yo puedo hacer.
Y en mis travesías me cruzo con distintas especies de aves, toco las nubes y puedo surcar el mar.
By Meri.
Hola María! Qué bien que te has hecho bloguera! Aquí tienes una seguidora. Besos.
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