Con todo, no pudo evitar pensar lo mucho que le gustaría que Sara estuviese con él en ese momento. Pero no había remedio. Él mismo se había negado a verla. Se lo había buscado. Había congelado sus propias ramas desnudas en aquel fresco atardecer de verano.
----
Cuando leí esta parte del libro, automáticamente pensé en TÍ. Alguna vez te has sentido así en tus solitarias tardes de reflexión y relax escondido tras una alta jarra de cerveza por ejemplo en The Irish Rover Madrid??
----
No hay comentarios:
Publicar un comentario